Cuando practicamos un juego, estamos
introduciendo los diferentes elementos que influyen en el desarrollo
de un partido, como son el objetivo a conseguir, los compañeros y
los adversarios. Estos estímulos intervienen directamente durante la
realización de un juego, de forma que incidimos directamente sobre
el futbolista, bien sobre la tensión emotiva, bien sobre la
realización de un gesto técnico... de esta forma si trabajamos los
diferentes elementos de forma aislada, estamos creando situaciones
artificiales que difícilmente se darán durante el desarrollo del
juego real, es decir, en el partido de fútbol.
Durante un juego el niño se entrega plenamente a la acción que expone el propio juego y frente a los problemas planteados, el niño es capaz de proponer sus propias soluciones. Estos problemas pueden y deben estar adaptados a las capacidades de los participantes, de forma que el niño sea capaz de ir progresando y mejorar en sus posibilidades. Esta progresión se realiza a través de la modificación de reglas y de su adaptación, permitiendo crear nuevos problemas que ayudaran al niño a progresar y desarrollar su capacidad.
Durante un juego el niño se entrega plenamente a la acción que expone el propio juego y frente a los problemas planteados, el niño es capaz de proponer sus propias soluciones. Estos problemas pueden y deben estar adaptados a las capacidades de los participantes, de forma que el niño sea capaz de ir progresando y mejorar en sus posibilidades. Esta progresión se realiza a través de la modificación de reglas y de su adaptación, permitiendo crear nuevos problemas que ayudaran al niño a progresar y desarrollar su capacidad.
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